Empecemos por apuntar los datos, tu dedo en mi espalda y un millón de versos. Cuenta mi pulso cardíaco y las miles de estructuras punzantes que forma cuando me tocas. Fracciona las miradas que me dedicas cuando camino por tu cuarto, súmales que llevo tu camisa, réstales un par de ausencias y mi miedo al agobio que aparece por las mañanas.
Despeja el aire de mis pulmones, y mantén la incógnita de si te querré hasta que venga la noche. Calcula el ángulo obtuso cuando te abrazo, ciérralo para besarme.
Hagamos algo de física, mide la fricción de nuestros huesos, la fuerza de nuestros labios. Formula la cantidad de oxígeno que compartimos, la de neuronas que has ocupado.
La hipotenusa de mis piernas, el arqueo de tu espalda y el área que nos sobra cuando nuestras almas se escapan. Coge el cuadrante y mide los grados a los que me ebrias, hagamos matemáticas, aunque no consigamos despejar la x.
Pero hazme el favor de dejar de pesar cuánto te quiero.
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