Tampoco sé porqué me preguntas si me lo merezco yo más que tú. ¿Acaso se puede hablar de merecer a alguien?
Me ha provocado más horas de insomnio de las que puedo contar, he sobrepasado el límite de caras de absurda jovialidad cada vez que iba de camino a casa pensando que me había hablado, y otros tantos resoplidos los días que simplemente no me atrevía a levantar la mirada y saludar. He dejado de calcular la velocidad de mis latidos cuando lo veía los primeros días.
Pero hoy el día me ha llevado tanto la contraria que me siento desquiciada. Tanto que cuando se me ha acercado le he dicho la verdad. Un tubo de franqueza que en mis mejores días casi consigo que sea invisible. Porque cuando te pasan cosas horribles, sientes que estás preparado para cualquier respuesta incómoda que puedan darte. Soportaré algo más, pensé.
Pero maldito sea el día de hoy, cuando le he dicho toda la verdad, cruda y desnuda, me ha besado.
Y no significa nada.
No me lo merezco más que nadie ni tampoco me he ganado una mirada tuya de complicidad,es sólo que, he tenido sábados peores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te ha parecido? ¿Tienes alguna crítica constructiva? ¡Comenta y opina!