¿Has pensado alguna vez que las cosas ocurren por alguna razón?
Que te encuentras sola en ese autobús, con un montón de nubes en el cielo, apunto de caer en mil pedazos sobre los vidrios que ahora te resguardan del mundo.
Y miras. Vuelves a mirar.
Acabas perdiéndote en un punto del vacío.
¿Estarán todos ahí de la misma forma que tú?
Hoy sí, habitas en esta ciudad y ella en ti. Un poco más extraña, un poco más cercana.
El miedo parece haberse ido.
¿Será cierto? ¿Será real?
Hay tantas personas dentro de la cabeza, tanta gente fuera de ella.
¿O era al revés?
Y tú estás quieta, y todo sigue moviéndose. ¿Eso te entristece?
A pesar de la lluvia el ritmo cardíaco de la ciudad no mengua.
Y por un momento quieres que pare.
Y lo consigues.
Me gusta la grandilucuencia con la que expresas las emociones.
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