Chica Invierno.


Corro por un paisaje difuso, donde lo único claro que hay es un frío glacial que me araña las mejillas y un dolor punzante en el esternón. Quiero entender porqué recibí indiferencia de todo el amor que te regalé, pero mi instinto se ha apoderado de mis piernas y lo único que me apetece es correr hacía un horizonte que me promete paz, evitando que los pedazos de mi corazón caigan de golpe al suelo y se hundan en la nieve, llevándose mi cuerpo con ellos. 

Muevo las piernas como puedo, sin evitar que las ramas de los árboles, ahora deshojadas y sin vida, me rasguen la ropa. En estos momentos detesto este maldito bosque y mi corazón se contrae cuando recuerdo aquellas tardes de verano aquí, contigo, donde me perdía por cada uno de los vértices de tu rostro. Pero ya no queda nada, dejaste que el invierno devorara esos recuerdos y ahora no son más que despojos de un árbol, que un día fue verde y frondoso.
El frío arde en mis pulmones, ni siquiera soy consciente de que mi respiración me abandona y mis latidos se alejan. Doy gracias a diciembre por hundir en la nieve la sensación de que dentro de mí una grúa está demoliéndome.
Quebrándose, mi corazón da un respingo y caigo al suelo, regalándole mi último aliento a un bosque que nos vio amar mientras muero de rodillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido? ¿Tienes alguna crítica constructiva? ¡Comenta y opina!