En mayo nunca ocurre
nada. Es el típico mes de transición, entre un abril que prometía
historias de amor y un junio que nos trae los indicios de verano,
pero mayo... mayo es simplón; es como esa bolsa de patatas medio
vacía o ese vestido que si tuviera mangas podría ponérmelo en
invierno, pero al señor modisto no le dio la gana ponerle mangas. Es
irritante, pero lo digo con un tono de humor porque estás aquí;
mirándome; riéndote de mi porque sigo acalorada por la persecución
con la policía. ¡Demonios! Solamente a ti se te ocurre la brillante
idea de robar licor en los ultramarinos del barrio.. ay si nos viese
mi padre...
Pero aquí estamos,
huyendo con Jerry, Sophie y Alex en un chevrolet con más años que
nuestros abuelos y me avergüenza decir que ésto es fantástico; me
siento realmente bien de estar a salvo, con todos, aunque sobretodo
contigo; de camino al lago por la carretera al este de la ciudad.
Te asomas a la ventanilla
y me fijo que al saltar la verja de hierro para huir te has hecho
daño.
-Me duele- me susurras
con una voz demasiado suave. Y cierras los ojos mientras consigo
hacerte una venda en la mano con el pañuelo rojo que me regalaste
por mi decimoctavo cumpleaños.
Cuando me hablaste del
bosque de Cypress Springs no me lo imaginé tan bonito, es
verdaderamente precioso. Las coníferas son altas, oscuras y la brisa
de mayo acompaña al cantar de los mirlos, que nos empuja ha
adentrarnos al bosque. Parece mentira que ya haya anochecido si
todavía estoy ruborizada por haberte besado en el coche.
Alex se ocupó de la
hoguera y oíamos distraídos como Sophie y Jerry discutían. Jamás
los había visto tan enfadados; empezaron a apuñalarse con palabras,
muchas creadas por el alcohol y la falta de sueño, y cuando ya se
hicieron suficiente daño, Jerry salió corriendo solamente con una
camiseta y unos calcetines.
Aunque a decir verdad no
recuerdo nada desde que comenzaste ha acariciarme el pelo, y
empezamos a hacer el amor en la tierra, mientras nos cantábamos
nuestra canción de blues. Era cómo bailarle a la noche, danzar en
la oscuridad.
Se hizo tarde, el fuego
se había apagado y teníamos que volver a casa, pero por alguna
extraña razón, aquella noche de mayo, rodeada por tus brazos, un
bosque oscuro y los locos de nuestros amigos, me sentía en mi hogar;
nuestro hogar, la casa de los espíritus de la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te ha parecido? ¿Tienes alguna crítica constructiva? ¡Comenta y opina!