Amor de alquiler


Si cierro los ojos puedo oír retumbar en mi mente el sonido de mis esperanzas caer al suelo. Claro que ahora es una melodía tan familiar como el tono del despertador; debí permitir que las agujas del reloj fuesen a su ritmo, todo hubiera sido más fácil si el tiempo hubiese podido pasear a sus anchas.

Afortunadamente un par de ventadas se llevaron los pedazos rotos de mi mente y ahora más o menos está limpia, de hecho, estoy pensando en alquilar un par de neuronas, nada serio, para ver si el cuerpo aguanta unos aleteos de mariposa más. ¿Quién sabe? Incluso podría ponerlas con opción a compra, dicen que la vida es más bonita cuando la compartes. De todos modos la soledad no es muy agria y no me discute sobre la longitud de mi vestido o la cantidad de maquillaje que uso y, como me dejaste espacio, he podido abrir un gran ventanal al fondo, para darme cuenta de que no te necesito para saber que el Sol volverá a salir. Hasta he vuelto a remodelar mis retinas, la manera en que veía la vida estaba anticuada, ahora es más fresco; intenso; con cuerpo, como ese café que te gustaba tanto.

Aunque mis ganas de huir saltaron por la ventana, las maletas siguen hechas; pero sigo sintiendo un vacío que no desaparece aunque le golpeé con mi mejor indiferencia. Dice el tiempo que él se encargará de todo, que no me preocupe, pero si te soy sincera, lo único que necesito es salir corriendo. 

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