Era todo de color azul. Pero no azul
cielo que incita al vuelo, ni azul turquesa de nuevas esperanzas, ni
tampoco el azul de la caja de Tiffany's que envuelve una promesa de
amor. Era el azul que el océano había tragado y empujado hasta su
más hondo y profundo lugar, en el recoveco dónde las almas de los
marineros quedaban atrapadas.
Era un azul triste. Triste por ser la
imagen de la tristeza ¿qué ironía, verdad? Con él se habían
pintando noches desiertas y cielos maldecidos con no poder ser observados nunca, ni siquiera sobrevolados.
Era el azul que tantas
canciones pop había rimado para hacer de un desamor, melodía. Nunca
había coloreado el vestido de alguna dama pero siempre las
desmaquillaba.
Y hoy, has decidido sacar ese azul de
su insondable existencia y ponértelo.
...vuelve a ser irónico que la tristeza
te siente tan bien.
Qué bueno, creo que he sentido la tristeza de verdad. La frase final me encanta.
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