el árbol de un árbol


Brotas, creces, emerges, germinas, surges dentro de mí. Sabía que no era sano (no del todo) nadar de esa manera en tu existencia, permitir que cada pequeño movimiento de tu pupila me moldeara, me cerrara los puntos, me enlazara, me diese la vuelta volviéndome ópalo.
Recuerdo que me desviví en la primera caricia que le diste a mis vértebras, soltando el aire, pestañeando en ellas. Y te acabaste colando dentro, sin ni siquiera yo enterarme, pero ya eras el dueño de mi boca y a mí no me importaba.
Tal vez fuera un pequeño rasguño en los pulmones, un arañazo en el corazón, pero te metiste en él. Y ahora tengo un árbol dentro, que aumenta poco a poco, queriéndote más y más.
Y aunque tú no lo sepas y yo no lo admita, dejo que florezca cada noche, en nuestra primavera.
Porque sí, porque me encantas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido? ¿Tienes alguna crítica constructiva? ¡Comenta y opina!