yonki emocional

Intento averiguar las veces que puedes fantasear antes de empezar a desangrarte.
Las veces que puede pasar tu imagen por mi mente y desdibujar todo, hacerlo más bonito, más feo, qué más da.
Los edificios que puedo demoler con las sacudidas que le haces a mi cuerpo cada vez que entras en la habitación.
Porque los amores flacos son frágiles, pero no sabría decirte si me haces vulnerable o invencible.
Las conversaciones en silencio entre tus ojos y los míos, y que el reloj me haga perder el poco sentido que me has dejado. Para qué lo quiero.
Y los motivos para ir a la ciudad, que eres el que me saca de las sábanas,  sin destino cojo el metro para perderme entre la gente, hasta que la vida te ponga delante mío. Con lagañas en los ojos y las alas desplegadas. Porque entre ángel y demonio, me quedo con boba -la cara que me dejas siempre al verte-.
Porque me subiría a la mesa del aula y gritaría que lloviese. Solo para hacer más poético lo ya de por sí mágico en mi cabeza. Y porque alguien me dijo que si quedas con un tío y llueve es porque dios quiere que folléis. Y para qué llevarle la contraria, ¿no?
Lo incontrolable me tiene enamorada, qué le voy a hacer.
Y aunque fantasear se ha convertido en un viaje a 265 km/h contra un muro que ahora no veo -y por mucho airbag, luego el corazón qué- pues aprenderé a conducir.
Y sino, pues me pongo la radio, me retoco el pintalabios y vuelvo a clase. Que hasta en el metro se sueña.

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